Autor Tema: La Peña de Carazo (Burgos)  (Leído 3872 veces)

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La Peña de Carazo (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 18:13:03 pm »


Recorrido: 14 Km
Tiempo: 5 h
 

La peña de Carazo es un sinclinal colgado, perteneciente a la orla mesozoica que rodea la sierra de La Demanda. Importante fortaleza natural, primero fue un castro celta, posteriormente los romanos instalaron un campamento fortificado para controlar sus calzadas. En la Edad Media, Carazo entró en la leyenda y su estratégica peña, se la disputaron musulmanes y cristianos. En su cima se localiza un inalterado bosque de sabina albar, refugio de una variada fauna y de una numerosa colonia de buitres leonados.

El pueblo de Haedo, situado en la falda norte de la peña de Carazo, es el inicio de este recorrido a pie. Cerca de la iglesia y al llegar a sus últimas casas, hay que coger el camino que suavemente asciende hacia la montaña. En el primer cruce se toma la senda de la derecha. Esta vereda conduce hasta la vaguada -abierta por la erosión diferencial-, que divide en dos la gran peña.

A la derecha, tenemos el alto de San Carlos, en el que todavía son visibles los restos de torres y murallas pertenecientes al castillo construido en el siglo X, sobre un antiguo campamento romano. A la izquierda, queda la meseta de Sancarazo. Desde la depresión que separa estas dos estructuras rocosas, comenzamos la subida a la citada meseta. Hay que ascender aprovechando una grieta natural que se abre en la inexpugnable fortaleza. Tras superar esta pequeña dificultad, se alcanza la cara sur de la peña, en la que es fácil localizar los dos únicos pasos accesibles que nos permiten llegar a la cima.

La peña de Carazo es un gran sinclinal colgado, formado por margas y calizas del Cretácico Superior, con una altitud cercana a los 1.500 metros. En la superficie plana de la meseta de Sancarazo, que tiene cuatro kilómetros de largo por uno de ancho, se conserva un intacto sabinar.

Las condiciones climáticas que reinan en lo alto de esta meseta: fuertes calores estivales, escasez de agua, intensos fríos y heladas y veloces rachas de viento, sólo permiten el desarrollo de la sabina albar (Juniperus thurifera), especie de una asombrosa rusticidad. En Carazo crece un bosque denso, desarrollado en un suelo no muy profundo. Los árboles están espaciados, lo que permite una buena iluminación y la formación de un espeso sustrato arbustivo de aulagas, tomillos, romero y espliego. En este sabinar viven jabalíes, zorros, tejones, ginetas, gato montés, liebres y conejos. Entre las aves: chovas, águila real, búho chico, gavilán y cernícalo; en los cortados rocosos de estas peñas anidan más de treinta parejas de buitre leonado.

Continuamos el camino por lo alto de la meseta. En un día claro, la extensión de terreno que se puede divisar desde la cima, abarca muchos cientos de kilómetros cuadrados. Hacia el norte y muy cerca aparecen las cumbres de las sierras de La Demanda, Urbión y Cebollera. Más lejos todavía se distinguen los picos nevados de la Cordillera Cantábrica. Si volvemos la vista al mediodía, veremos las peñas de Cervera, el ancho valle del Duero y cerrándonos el horizonte el Sistema Central.

Pronto se llega a un estrangulamiento de la meseta, formado por la erosión producida por el río Mataviejas. Justo debajo divisamos el pueblo de Carazo, que da nombre a toda la meseta y que etimológicamente deriva del término medieval "carectum" que significa -lugar de carrizos o juncos-. Al ensancharse de nuevo la superficie rocosa de la planicie, ésta adquiere una forma triangular. En este sector está ubicado un castro de la Primera Edad del Hierro, defendido por un amurallamiento en su zona más estrecha y accesible.

Para descender hay que situarse en el citado estrechamiento, mirando hacia el pueblo de Carazo. A la izquierda se ven dos largos conos de derrubios formados en la ladera, por los que bajamos fácilmente hasta llegar a las fuentes del río Mataviejas. Un poco más abajo, está situada la ermita de la Virgen del Sol. Esta curiosa advocación -hay que tener en cuenta que en el cristianismo, solamente se representa y se relaciona a Cristo con el Sol-, entronca este santuario con la tradición celta, en la cual el Sol es un nombre y un símbolo femenino. La explicación estaría en la pervivencia de las costumbres de los Turmogos, pueblo celtibérico que habitó estas tierras hace 2.200 años.

En seguida entramos en el pueblo de Carazo, en donde hay que tomar la carretera que va hacia Salas de los Infantes. A unos doscientos metros, nos desviamos por un camino que parte a mano izquierda y que tras rodear la falda de la peña, nos deja encima de Villanueva de Carazo.

Después de descender por unas veredas hasta la pequeña población, y sin atravesar el pueblo, hay que tomar el camino que por la izquierda, bordea sus últimas casas. Esta senda atraviesa un frondoso bosque de quejigo y de roble melojo, en el que es fácil localizar algunos árboles centenarios. Desde el camino podemos contemplar encaramados en lo alto de la peña unos cuantos ejemplares aislados de tejo, testigos vivientes de una climatología más fría que la actual. Muy pronto se divisa de nuevo el pueblo de Haedo.