La ruta parte desde Lores para subir por la pista que sube a la Cruz de Tañuga, y a partir de allí sube a la cima del Pico Lezna y después vaga por los Puertos de Pineda.
Obviada la ida y vuelta por la aburrida pista a Tañuga, la ruta sigue desde Tañuga hasta el Puerto de Pumar, desde donde se sube a la cabecera del Arroyo Lezna y atacamos el pico homónimo. Desde allí llegamos casi hasta el Pumar, que flanqueamos para bajar a enlazar la pista que baja del Mojón de Buliezo hacia la Tenada de Vegarreñuelo, y continuamos hasta enganchar la que viene de la Vega La Canal, y por ella bajamos a la Tenada de Matapiojos y bajamos a la Vega Los Cantos, donde entramos en el Valle de Pineda y nos movemos en dirección a Vidrieros. Pasada la Vega Correcaballos, llegamos a la Majada Honda, donde abandonamos la pista y cogemos la que sube a Picorvillo. En el collado homónimo, en vez de seguir hacia el Puerto de Cortés, nos movemos por las incómodas crestas del Alto de Las Calzadas, y enganchamos de nuevo la pista al lado de la majada homónima, para ahora sí, bajar al Puerto de Cortés, desde donde ya no queda más que coger el ramal de pista que nos devuelve a Tañuga, y desde allí volver a Lores.
En total la ruta arroja unos números altos: 42 kilómetros, con 1763 metros de desnivel acumulado, que nos llevarán más de 10 horas.
Una manera de acortarla y quitar tramo aburrido es estar al alba en Lores, y si tenemos la suerte de cruzarnos con algún ganadero que suba a Tañuga, pedirle que nos lleve. Además de ahorrar tiempo, quitaremos una buena cuesta y unos 5 kilómetros de distancia, aprovechando además para disfrutar de la charla e intercambiar información sobre caminos y fauna local. Caso de que no sea posible, al menos nos quitaremos ese tramo sin que haya salido el sol, y ascenderemos al Lezna con la fresca. En esta ruta hubo suerte y una pastora de Lores nos quitó el pinchito de la subida, ahorrando tiempo que se usó dándole a la lengua en Vega Los Cantos con Miguel, un majísimo pastor de Valcayo, y con un vecino de Aguilar, Pedro. Ambos venían con un encargo: ponerse en contacto con los dueños de una vaca enferma, de Los Cos, para que pusieran los medios para atenderla. La cosa se alargó con buena conversación de pastoreo, caminos, lobos y osos, y continuó en Correcaballos, donde ocupa la tenada Vicente. Caso de no tener la suerte deque nos lleven, ni de encontrarnos con gente tan agradable, sigue siendo válida la estimación horaria de 10-11 horas a buen ritmo, ya que lo que tardemos de más subiendo a Tañuga, y lo que ese esfuerzo reste al ritmo del resto del día, equilibrarán la cuenta. Caso de alargarse mucho el día, es posible que nos crucemos con la gente de Lores que vuelva de la hierba y podamos bajar pinados en el tractor o el remolque.
Nos ponemos a andar subiendo desde Lores por la pista hacia Tañuga...
...adonde llegamos mientras amanece en los puertos, y el Lezna nos observa al fondo.
Es el momento de ir haciéndonos por la derecha siguiendo la pista, rebasando un par de pequeños cursos de agua, y cuando encontramos una bifurcación, seguimos por la derecha...
...y a la derecha aparece la cabaña de la Majada de Tañuga.
Atajamos por el prado para mantener la altura, hasta que enganchamos el ramal que subirá al Collado Secarro, mientras vemos al otro lado del arroyo la Casa de Cortés...
...y poco después la pista se bifurca, y abandonamos el camino a Secarro para hacernos a la izquierda y cruzar el arroyo y rebasar un cierre.
Tras cruzar el Arroyo Cortes, rebasamos la casa homónima y continuamos por la huella de la pista en la pradería...
...y mientras subimos gira a la derecha hasta una curva donde encontramos unas ruedas de tractor.
Si tomamos a la derecha en la curva, en unos cientos de metros llegaremos al chozo de la Majada Pumar...
...pero de todas formas la pista seguía por la izquierda, remontando la cuenca del Arroyo Lezna.
La pista termina y seguimos hacia la cuenca del arroyo por un senderillo que nos deja en la misma...
...y al otro lado de la cuenca ya hay un sendero más definido que nos deja ganar altura...
...hasta un rellano desde donde tendremos una espectacular vista del Puerto de Cortés, Tañuga, la Horca de Lores, y al fondo la Sierra de Peña Labra.
Disfrutada la vista, es momento de girarnos hacia el Lezna, hacia donde tomamos por la derecha de una peñuca rocosa...
...y alcanzada una pequeña silla, seguimos adelante hacia la cima, ahora vigilados por la izquierda por el Curavacas, que se asoma.
Al llegar a la cima, las vistas cortan la respiración. Liébana está casi cubierta por la niebla, y los Picos de Europa surgen por encima de ella. A la derecha toda la costa es un mar de nubes, y por entre las sierras de Peña Labra y Peña Sagra se ve al fondo como las cumbres de la Montaña Oriental surgen entre el mar blanco. A la izquierda el Curavacas nos saluda, amenazador.
Es el momento de descender hacia el Pico Pumar, por un descenso bastante sencillo...
...que nos deja en el Collado del Rincón, y sin necesidad de llegar a la cima del Pumar, cogemos por un sendero a mano izquierda, que nos llevará a perder altura por el lado del Valle del Rincón.
Llegados al Mojón de Buliezo, enganchamos la pista que baja a mano izquierda...
...e ignorando el sendero que baja a la izquierda por el lado del Arroyo Rañuelo, tomamos de frente para entrar en el valle de Vegarreñuelo, a cuya tenada, visible al fondo, nos dirigimos.
Antes de llegar a la tenada, dejaremos a mano derecha una de las cabañas de la Junta Ganadera Puertos de Pineda...
...y seguiremos por la huella de pista, rebasando charcas plagadas de ranas y patrulladas por libélulas.
Finalmente llegamos a la tenada, que tiene otra cabaña al lado (igualmente de la Junta), y un canal de agua, similar a los del Puerto de Ríofrío...
...y allí cogemos ya una clara pista que va ascendiendo hacia la derecha...
...hasta que nos lleva a cruzar el arroyo, con la tenada de Vega La Canal visible al fondo, y enganchamos unos metros después la pista que viene de allí.
Ahora es el momento de girar a la izquierda, para tomar la pista en bajada, de cara al Curavacas, cruzando dos pequeños arroyos en nuestro descenso...
...hasta llegar al Sestil de Matapiojos, donde rebasamos la majada homónima, e ignorando la pista que sube a la derecha hacia las Fuentes Carrionas.
Ahora comenzamos el descenso hacia el Valle de Pineda, ignorando la pista a mano derecha...
...y bajamos el último tramo de pista para entrar ya en el valle.
Al ir avanzando llegaremos a la Vega los Cantos, donde rebasaremos una cabaña sin indicación de la Junta, y con un manantial entre los cantos...
...y después encontraremos otra más, al lado de una manga de ganado, que está ocupada por Miguel, un majísimo vecino de Valcayo.
Continuando nuestro camino por la pista, que nos llevará a cruzar el arroyo Rañuelo. Ahora no hay problema pero si el caudal es alto, un poco más arriba hay un puente que nos salvaría del vadeo.
Tras un paso algo más angosto en el cauce del Carrión, llamado El Estrecho (donde si estamos atentos veremos pequeños refugios aprovechando los bajos de los enormes cantos al otro lado del río), entramos en la zona de la Vega Correcaballos, donde pasa toda la temporada Vicente (él y su hermano dormían de jóvenes en El Estrecho).
La pista continúa, rebasando algún otro pequeño arroyo...
...y poco después rebasamos un paso canadiense que nos saca de los dominios de la Junta.
Más adelante es posible que nos pasemos el tenue inicio de la pista hacia Picorvillo...
...y si continuamos adelante llegaremos a la zona de la Majada Honda, donde abandonamos la pista y tomamos hacia la enorme y cerrada cabaña.
Es momento de tomar por detrás de la cabaña, a la izquierda...
...hasta enganchar la pista a Picorvillo.
Nos toca ahora un tramo de ganar altura, con el Lezna al fondo...
...ignorando en una curva una huella de vehículo, para seguir por la pista.
Ya sólo queda un poco de subida hasta la base de una peñuca donde hay un antiguo corral, y giramos a la izquierda...
...para encontrarnos una amplia pradería donde encontraremos otra cabaña igualmente cerrada.
La huella de la pista continúa hacia el Collado Picorvillo...
...donde llegaremos sin problema, pero en vez de cruzar la cancela del cierre y bajar hacia el Puerto de Cortés, entra el gusanillo de hacernos a la derecha por el borde del estacado hacia las quebradas cimas del Alto de Las Calzadas.
Allí pasamos al otro lado de la misma...
...y avanzamos por las cimas, disfrutando de las vistas hacia la zona del valle del Arroyo Arauz (que hubiera sido otra buena opción de volver a Tañuga), y al fondo el Carazo y la Horcá de Lores.
Lo mejor sería bajar ya a la izquierda hacia la pista de Cortés, pero seguimos por la crestería rocosa...
...que nos obligará a cambiar de mano para avanzar con algo de seguridad.
Finalmente cogemos un ramal que nos lleva a enganchar la pista, adonde llegamos ya sin ver la cabaña de la Majada de Las Calzadas a nuestra derecha...
...y bajamos ya sin complicaciones hacia el Puerto de Cortés.
La pista cruza el arroyo y vamos hacia Tañuga...
...enganchando la pista que viene de allí y va a la izquierda a la Casa de Cortés, pero nosotros seguimos de frente.
Por esa mano rebasamos una manga de ganado, y pronto salimos del puerto para cruzar el Arroyo Arauz...
...y seguimos de frente por la pista para enganchar la que usamos a primera hora de la mañana, tomando a la derecha y llegando a la Cruz de Tañuga.
El último tramo de la ruta no tiene mayor problema que el aburrimiento de la pista que baja hacia Lores, que acabará de machacarnos las plantas de los pies...
...y tras rebasar la Tenada de Lores, seguimos nuestro camino y volvemos hasta el pueblo, donde cerramos la ruta.
Adjunto el archivo gpx, grabado con un Garmin Oregon 550. Un saludo!
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