Autor Tema: Senderos de Revenga (Burgos)  (Leído 1999 veces)

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Senderos de Revenga (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 18:23:13 pm »


Recorrido: 12 Km
Duración: 5 h
 

En plena sierra burgalesa y oculto en el interior de una auténtica selva de pinos y robles se encuentra el conjunto de poblados, necrópolis y eremitorios altomedievales mas importante de la Península. Los restos arqueológicos de Revenga, La Cerca, Cueva Andrés y Cuyacabras, todos ellos lechados en el siglo X, son un hito destacado para la comprensión de la evolución histórica del reino de Castilla. Además, los paleoicnólogos han descubierto las huellas fósiles de varios dinosaurios que vivieron en la zona hace más de 150 millones de años.

El recorrido se inicia en la pista que parte desde la ermita de Revenga. A unos trescientos metros y dejando atrás los edificios del comunero, se localiza a mano izquierda, la primera necrópolis de la ruta.

Situada en un montículo rocoso y liso, aparecen 132 tumbas antropomorfas excavadas en la roca. En el centro de la necrópolis, rodeada por los sepulcros, se pueden ver los restos de la iglesia. Con planta rectangular y ábside rupestre, en el centro tiene una concavidad, el apodyteriun, que servia para bautizar a los fieles por inmersión.

Los arqueólogos han fechado la iglesia y la necrópolis en el siglo X, en la llamada época altomedieval, pero existen una serie de relieves desconcertantes. Tres manos izquierdas grabadas con la palma hacia abajo, una figura demoniaca, la representación de una escena fálica y una misteriosa serie de hoyos circulares comunicados por un fino reguero, que seguramente recogerían la sangre de algún sacrificio ritual.

Para rematar el misterio que rodea a estas rocas, también aparecen sobre ellas las huellas fósiles de un dinosaurio. Es difícil precisar a qué especie pertenecía este gigantesco reptil, pero lo que sí sabemos, es que se paseaba por esta zona cuando era el borde de una ciénaga, en el Jurásico, hace 150 millones de años.

La cubierta vegetal de la comarca está formada por verdaderas selvas de coníferas, entre las que destaca el pino albar. En algunas zonas, todavía perviven los restos de lo que fue la vegetación primitiva de la comarca: el bosque de robles.

Hay que continuar unos metros por la pista forestal y desviarse por el primer camino de la derecha, que asciende entre pinos y robles, en dirección al conjunto eremítico de La Cerca. Al llegar a un extenso prado, a la izquierda, observamos un destacado promontorio de roca arenisca. Tras superar la alambrada que protege el cenobio, y por un sendero casi oculto por la broza, hay que ascender hasta la base del talud.

Nos encontramos ante uno de los monasterios rupestres más importantes de la Península. Todas las grietas y agujeros naturales de la masa rocosa fueron utilizados por los monjes eremitas para construir sus habitáculos, sus lugares de culto y sus tumbas.

Destaca por su grandeza una amplia cueva, en su interior se conservan, una cruz toscamente grabada y varios de cazoletas de varios tamaños. También aparecen una serie petroglifos prehistóricos. Delante de la cueva principal se halla la iglesia. Para acceder a ella hay que utilizar una escalera tallada en la misma roca. Es de dimensiones muy reducidas y encima tiene un frondoso ejemplar de roble.

Bordeando hacia la izquierda la cornisa rocosa, rápidamente se encuentra alguna grieta por la que superar el desnivel y ascender a la cima del cenobio. Desde lo alto, podemos contemplar un magnifico panorama. Destaca entre todos los relieves, la sierra de Neila, con su pico más alto La Campiña, modelado en las duras calizas y cuarzarenitas jurásicas.

El camino continúa por todo lo alto de la cresta rocosa. Pronto se llega a un espeso melojar en donde es fácil localizar el sendero a seguir.

El roble melojo o marojo (Quercus pyrenaica) es un árbol no muy elevado, capaz de rebrotar abundantemente de raíz, por lo que a veces forma extensas manchas arbustivas. Tiene grandes hojas muy peludas y recortadas que permanecen parte del invierno marchitas sobre el árbol. En la espesura abundan los corzos y jabalíes.

Tras recorrer unos dos kilómetros por el bosque de robles, alcanzamos la llamada Senda Soriana, antigua vía romana, que sirvió en la Edad Media como cañada para los ganados de la Mesta. Actualmente la senda se ha convertido en una pista forestal que asciende al Calaverón. Hay que tomar ésta hacia la izquierda, y después de unos 400 metros -tras pasar por un manantial y a la altura de un pino quemado en la base-, descender por una vereda hacia Cueva Andrés.

Este conjunto está formado por la cueva-habitación del eremita -desgraciadamente hundida en la actualidad-, la alacena, la sepultura y un altar. En el altar hay tallado un arco de herradura y dentro de él, una cruz patada y una inscripción casi ilegible que puede decir Alfonso. Para los expertos se trata de un ejemplar antológico de eremitorio altomedieval.

Tras ascender de nuevo hasta la Senda Soriana, el camino discurre otra vez por el espeso pinar. El piquituerto y el carbonero garrapinos son los pájaros mejor adaptados a estos pinares, cuya riqueza de avifauna es muy variada, pues depende del sotobosque y de los cuidados dispensados al bosque: cuanto mayores son éstos, menor es aquélla.

Pronto se supera el mojón que señala el kilómetro cuatro de la pista forestal. Muy cerca de éste y al llegar a unas tenadas, hay que tomar el camino de la izquierda, que tras 100 metros escasos nos acerca al poblado y a la necrópolis de Cuyacabras. Lo primero que se ve de este impresionante conjunto, es un recinto ceremonial pagano con un pequeño pozo excavado en la parte superior que era utilizado para lavar los cadáveres antes de su inhumación. Después de cruzar una zona despejada en la que seguramente estaría asentado el poblado medieval, se llega a una elevación rocosa donde están situadas la necrópolis y la iglesia. De características similares, e incluso más espectacular que la de Revenga, se contabilizan 166 tumbas y 13 nichos. En ninguna de estas necrópolis se han encontrado restos óseos.

Para finalizar el recorrido, hay que continuar por la pista forestal tomando siempre los caminos situados a la izquierda, hasta dar de nuevo con la ermita de Revenga.