Autor Tema: Las Brujas de Cernégula (Burgos)  (Leído 3693 veces)

0 Usuarios y 1 Visitante están viendo este tema.

Desconectado Cachoperro

  • Usuario Junior
  • **
  • Mensajes: 78
Las Brujas de Cernégula (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 17:42:31 pm »


Recorrido: 7 Km
Tiempo: 2h30
 

El mismo nombre de Cernégula tiene resonancias misteriosas y mágicas. La tradición oral e incluso algunos documentos narran que en las orillas de su laguna y junto a un espino, se reunían las brujas cántabras y asturianas -desplazadas cientos de kilómetros volando sobre sus escobas-, para celebrar sus ritos y aquelarres. Desde el punto de vista geográfico la zona está ubicada en el limite de los páramos de Masa y Sedano. En este desolado paisaje destacan unas pequeñas lagunas de origen kárstico -Pila Vieja, Venta Parra y Cernégula-, que configuran una de las pocas unidades lacustres de Burgos.

Después de atravesar el pequeño pueblo de Cernégula, a unos doscientos metros se encuentra la famosa y misteriosa laguna. Aunque cueste creerlo, en las orillas de este pequeño lago se reunían a celebrar sus danzas y ritos diabólicos las brujas montañesas y asturianas.

Según cuentan la tradición oral y el folclore, las brujas de estas regiones después de untarse el cuerpo con un ungüento a base de cicuta, solano, mandrágora, adormidera, ruda y beleño, y de gritar: "Sin Dios y sin Santa Maria, ?Por la chimenea arriba!"; se echaban a volar sobre sus escobas para juntarse todas ellas en el aquelarre de la laguna de Cernégula.

En los aquelarres -palabra que en vasco significa "llano del cabrón"- se reunían las brujas presididas por Satán, Belfegor o Astaroth. Consumían pócimas y bebedizos alucinógenos, se untaban con pomadas mágicas, danzaban hasta el paroxismo y llevaban a cabo actos lascivos y alocados hasta que cantaba el gallo. Todos estos datos pueden parecer fantásticos pero están extraídos de las declaraciones que en 1610 presentaron ante los tribunales del Santo Oficio varias brujas convictas y confesas.

Dejamos la misteriosa laguna y el espino alrededor del cual danzaban las brujas y continuamos el camino bordeándola por la derecha. A unos cincuenta metros hay que tomar el primer sendero a la derecha que asciende suavemente hacia los páramos. El paisaje en esta zona corresponde a la unidad morfológica conocida por los geógrafos como parameras de La Lora. Estas largas y anchas estructuras, erosionadas a nivel de las calizas del Cretácico, apenas tienen suelo donde pueda arraigar la vegetación. Por ello el paisaje presenta un aspecto desolado, con grandes extensiones cubiertas de brezo rubio y brecina (Erica Terminales), esta última de flor morada. También es notable la casi total ausencia de arbolado reducido a pequeños arbustos de enebro y boj.

No obstante en estas superficies llanas, frías, desoladas, y casi siempre azotadas por el viento, hay algunos puntos muy localizados, generalmente de origen kárstico -dolinas y valles secos-, en los que por lo menos superficialmente ha desaparecido la capa de calizas y donde se refugia una agricultura especializada en el cultivo de la patata de siembra.

Tras pasar por debajo de un tendido de alta tensión y al llegar a un cruce de caminos nos desviamos por el de la derecha. Después de atravesar un bosquete de carrasca (Quercus ilex), hay que cruzar la carretera de Poza de la Sal a Masa.

Al otro lado de la carretera, es fácil localizar el camino que conduce hacia la laguna de Pila Vieja. Las tres lagunas del recorrido tienen un mismo origen. Las calizas que forman el páramo de Sedano están fuertemente karstificadas y bajo su superficie se extienden unos grandes acuíferos. En algunos puntos y debido a procesos de disolución de los carbonatos, el suelo se ha hundido y han aflorado las aguas subterráneas, dando lugar a estas peculiares lagunas.

En las lagunas, la vegetación tiende a distribuirse en orlas concéntricas, en tomo al centro del agua. Tal distribución responde al gradiente de humedad del biotopo, gradiente que explica la variación del nivel del agua debida a la pluviometría, evaporación y a las reservas del acuífero subterráneo. En las zonas siempre inundadas aparece el Polygonum amphibium, cuyas espigas de flores rosas sobresalen del agua. Después existe un cinturón casi continuo, hasta el borde del agua, de junco de laguna, entre el que se intercalan zonas dominadas por cañizos y aneas o espadañas.

El límite entre la superficie de tipo lagunar y los campos circundantes lo señala una estrecha banda exterior de juncos que encierran manchas de pastizal semipalustre.

Tras dejar atrás los corrales de Pozo Rubio -antiguo despoblado medieval-, continuamos el camino dejando la laguna de Pila Vieja a la derecha y volviendo de nuevo hacia la carretera. Como a unos cuatrocientos metros se localiza otra laguna, la de Venta Parra, un poco mayor que la anterior y que presenta sus mismas características.

En sus aguas viven peces -carpas y barbos-, introducidos por el hombre y en primavera y verano son numerosísimas las ruidosas ranas y las inofensivas culebras de agua. También es posible encontrar algún esquivo galápago. Algunas aves y en especial la cigüeña común (Ciconia ciconia), se alimentan de esta rica población de anfibios y reptiles.

Cruzamos la cercana carretera y después de recorrer doscientos metros por unos pastizales en dirección a la linde de un tupido bosque de carrascas, es sencillo localizar el camino por el que continuar la marcha. El sendero bordea el bosquete en el que abunda el jabalí y en el que también son frecuentes liebres, conejos, zorros y tejones. Dejamos a la izquierda un camino y tras pasar de nuevo por debajo del tendido eléctrico se llega a una nueva bifurcación. En este punto hemos de coger el segundo camino a la izquierda que discurre entre tierras de labor.

Se pueden observar trigueros de canto monótono, encaramados en los setos de las lindes, así como escribanos, collalba gris, y alguna abubilla, muy abundante en primavera y verano. Entre las aves que habitan los páramos destacan las escasas alondras de Dupond.

Enseguida aparece el pueblo de Cernégula y su laguna, que últimamente ha perdido su configuración natural al haber sido rodeada por un muro de cemento.