Los montes pasiegos encierran uno de los entornos naturales mejor preservados de Cantabria. Entre los valles del Miera y del Asón se entremezclan canchales, cascadas espectaculares, laberintos kársticos, cuevas kilométricas, abismos y unas cumbres bastante peligrosas, muy difíciles de ascender. No sólo por la altura, que parece modesta aunque sobre el plano se traduce en desniveles muy importantes, sino también por el aislamiento del terreno.
Las típicas construcciones de tejado de piedra de los pasiegos, denominadas cabañas, salpican el terreno y humanizan un paisaje con abundante fauna salvaje y que en los meses invernales se cubre de nieve. Muchas de estas casas aún están en uso e, incluso, habitadas la mayor parte del año.
El Porracolina es la cima que se eleva sobre San Roque del Riomiera, una aldea de muy pocas casas que fue uno de los centros de reunión de los pasiegos. A 500 metros del pueblo desciende una pista de cemento que nos remonta por el barranco de Valseca hasta las cabañas de La Secanta (550 metros). Es el lugar para aparcar el coche. Antes hemos dejado atrás la fuente de Layuca, único punto para llenar la cantimplora en verano.
Estamos debajo de la mole caliza del Porracolina. No podemos ver la cima debido a que está rodeada de otras cumbres menores, pero también de entidad. Una pista pegada al arroyo, la mayor parte del año seco, nos conduce hacia las cabañas superiores.
Dejamos de lado (derecha) el barranco de Calseca, por donde discurre el sendero que une el collado de Asón con San Roque de Riomiera y continuamos hasta una cabaña aislada (35'), casi pegada a la pared. En este punto se inicia (derecha) un camino en mal estado que aún utilizan los pasiegos. Es pedregoso y muy empinado.
Asciende en amplias zetas por el barranco llamado Paso Malo atención al nombre, hasta las cabañas de El Mortero (1h.20'). La subida hasta este paraje solitario y precioso es penosa. Hay un par de manantiales de agua de dudosa calidad debido al ganado que pasta por los alrededores.
A nuestra derecha está la mole pelada del Porracolina; a la izquierda, La Porra de las Hormigas (1.223 metros), más herbosa. Nuestro objetivo es el collado de Pipiones (1.200 metros). No hay camino, pero al encontrarse el terreno despejado y sin peligro, podemos elegir nuestra propia ruta. Una vez situados en el collado (2h.05'), encontramos un sendero ancho y pisado que nos lleva al Porracolina. Poco después, alcanzamos el escalón superior (2h.20'), donde hay varias torcas y pastan los corzos.
A continuación sólo resta remontar por la arista cuidado con el hielo hasta la cima (2.40'). Es ancha y está ocupada por un vértice del IGN. Desde su cima se divisa uno de los mejores panoramas de Cantabria.
Bajamos por la vertiente contraria hacia el Alto de La Mina (1.273 metros), donde podemos continuar hacia Collado del Asón. A partir de este lugar, ya sólo nos resta bajar por el barranco de Calseca (más estrecho que Paso Malo) por un camino pedregoso y que se hace muy duro hasta Calseca (4h.30').