Autor Tema: La garganta del Purón (Burgos)  (Leído 3031 veces)

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Desconectado Cachoperro

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La garganta del Purón (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 17:46:17 pm »


Recorrido: 10 km
Duración: 4 h
 

El río Purón al atravesar la sierra de Arcena ha excavado un impresionante conjunto de desfiladeros. En su discurrir, el río salva varios desniveles, precipitándose en bellas cascadas. El camino que se introduce por esta angosta garganta, fue primero una importante vía romana, y luego una de las rutas que utilizaron los foramontanos en la repoblación de la meseta durante los siglos IX y X. Su privilegiada situación geográfica - sector meridional de la Cuenca Cantábrica-, convierte esta zona e,i un auténtico muestrario botánico y geológico.

El pueblo de Herrán que está situado en la misma entrada del desfiladero, conserva unas construcciones que son un ejemplo típico de la arquitectura popular del norte de la provincia de Burgos. En sus casas y casonas edificadas en piedra destacan las solanas -miradores corridos a lo largo de la fachada- y los escudos blasonados, que hablan del pasado hidalgo de sus habitantes. En el interior de una de sus casas solariegas se conservan todavía unas pinturas murales góticas.

Hay que salir del pueblo por el camino que paralelo al río Purón ?afluente del Ebro- se introduce en el desfiladero. El río en el transcurso de millones de años ha logrado abrirse paso en la gran masa rocosa de la sierra de Arcena. Al atravesar materiales con distinto grado de dureza- calizas, margas, y tobas-, el agua los ha erosionado de distinta forma e intensidad, configurando en pocos kilómetros un paisaje de gran variedad y belleza.

Con el río a la derecha, recorremos una primera zona de materiales blandos en los que éste ha excavado un profundo barranco. Muy pronto se llega a una estrecha garganta tallada en las calizas compactas del Cretácico. El río salva este primer desnivel precipitándose en una cascada de más de veinte metros. En este punto son visibles los restos de un puente que formaba parte de la vía romana que desde el Portillo del Busto y después de cruzar el Ebro por el puente de Frías, se introducía por este desfiladero prosiguiendo en dirección norte hasta la actual provincia de Bizkaia. En los alrededores se ha localizado un extenso yacimiento romano que defendía este estratégico paso conocido como "Las Puentes".

A la salida del estrecho pasillo rocoso encontramos los restos mal conservados de una ermita construida al abrigo de una pared tapizada por vistosas formaciones parietales que se asemejan a las concreciones carbonatadas que, a modo de coladas, se desarrollan en las cavernas.

Se continúa andando por un camino bien marcado, flanqueado por una densa vegetación compuesta principalmente por boj, encina, enebro y sabina negral (Juniperus phoenicea).

El río aparece ahora encajado profundamente en las blandas y potentes formaciones tobáceas. En algunos puntos cae en espectaculares cascadas y se remansa en pozos, con aguas cristalinas de color verdoso en los que abunda la trucha común. La toba es una roca de características especiales. en ella se observan tubos y otros restos de estructuras orgánicas, principalmente de tipo vegetal, como ramas, raíces y hojas, alrededor de las cuales se depositaba el carbonato cálcico a modo de capas concéntricas sucesivas. Los monjes eremitas de la alta Edad Media aprovecharon su escasa dureza y excavaron en ella una serie de cuevas cenobíticas, a las que se puede acceder cruzando el río.

El camino se transforma ahora en una senda bien marcada. De repente, y tras una cerrada curva a la derecha, encontramos un escarpado desfiladero al que se accede por un angosto paso, de paredes verticales. En las pequeñas oquedades erosionadas por el agua en la caliza, aparecen distintas especies de helechos entre los que destaca el culandrillo de los pozos.

El microclima de este cortado natural ha favorecido el desarrollo de un bosque mixto en el que conviven muchas y variadas especies arbóreas: hayas, tilos, tejos, arces, pinos, quejigos, avellanos, sauces, acebos , enebro y sabina negral entre otras.

Tras una pequeña subida, y todavía rodeados por los altos acantilados rocosos de la garganta -se pueden ver algunos árboles colgados en el vacío-, llegamos a una re-vuelta del camino desde donde se divisa una bonita cascada. Después de atravesar un bosque de pino albar, quejigo y boj, llegamos a una bifurcación, en la que hay que tomar el camino de la derecha. El boj es un arbusto que si encuentra condiciones favorables puede convertirse en un arbolillo de casi diez metros de altura.

Sus hojas perennes son de un color verde oscuro, brillantes y muy pequeñas; su madera, frágil, densa, dura y amarillenta, se utiliza en artesanía y trabajos de torno.

Al llegar a una frondosa chopera a la orilla del río y una vez traspasada una cerca para el ganado, el camino se abre a las amplias praderas de Ribera. Detrás queda la impresionante cerrada, que aparece como una gigantesca e infranqueable muralla.

Ribera es un pueblo abandonado perteneciente a la actual provincia de Álava. Entre las ruinas de sus casas destaca en lo alto la silueta de su iglesia, en la que aún se pueden ver unos interesantes frescos góticos.

Si efectuamos este recorrido durante el otoño es posible observar en el cielo, grandes bandadas de aves migratorias -ánsares y grullas- en su camino hacia el sur. También sobrevuelan constantemente el desfiladero distintas especies de córvidos y rapaces, entre las que destacan por su abundancia los buitres leonados.

Hay que salir de Ribera por la pista de Villafría de San Zadornil; en la primera curva dejamos ésta y vadeamos el río junto a una chopera. Continuamos ascendiendo por los prados en dirección a la torre del tendido eléctrico. Posteriormente se prosigue por el lindero del bosque, que queda a la derecha, hasta llegar a una pista bien marcada que sube hacia el collado de Santa Ana.

Si nos acercamos a la torre del tendido eléctrico situada en las proximidades, se puede contemplar hacia el sur la silueta del castillo de Frías que domina el valle de Tobalina.

Descendiendo por la senda que atraviesa una solana pedregosa cubierta por un cerrado carrascal de encina, con boj , cornicabra y aulaga, pronto llegamos de nuevo al camino que cruza el desfiladero y que cómodamente se dirige a Herrán.