Autor Tema: El mágico Valle de Losa (Burgos)  (Leído 2335 veces)

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El mágico Valle de Losa (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 17:51:10 pm »


Distancia: 11 Km
Tiempo: 4h
 

El valle de Losa, con sus 40 kilómetros de largo por cinco a diez de ancho, tiene una personalidad indiscutible dentro de la región de las Montañas de Burgos. Geomorfológicamente es una gran depresión, alojada en los materiales blandos del Cretácico Superior, y casi todo su territorio aparece cubierto de espesos bosques de pinos y robles, en donde se refugia una de las mayores poblaciones de lobos de Europa. En esta tierra de Losa, se empezó a fraguar a partir del siglo IX, la historia del primitivo reino de Castilla. En lo alto de una cresta, rodeada por el río Jerea se encuentra la ermita románica de San Pantaleón, en la que se dan cita leyendas de origen céltico que entroncan con la tradición cristiana del Santo Grial.

El caserío de San Pantaleón de Losa se extiende a la sombra de la gran peña en cuya cima de encuentra la ermita de San Pantaleón. En el mismo pueblo hay que tomar el camino, que por la izquierda asciende suavemente hasta la cresta rocosa. Enseguida se alcanza el lomo de la peña, que en primavera aparece sembrado de una gran cantidad de lirios (Lilium pyrenaicum) con flores rosas y amarillas. Casi en la cima de la roca destaca una pequeña pero muy interesante iglesia románica de finales del siglo XII o Comienzos del XIII.

La fama de esta perdida ermita ha sobrepasado las fronteras del pequeño valle de Losa y se extendió por las zonas limítrofes de Burgos y Euskadi (País Vasco). Muchos de los romeros y peregrinos acudían a comprobar con sus propios ojos el milagro de la licuación con la sangre de San Pantaleón. Todavía en nuestros días sigue licuándose todos los años en Madrid.

Esta misteriosa tradición, y los mágicos símbolos que se desprenden del estudio de la iconografía de la iglesia -atlante monumental de la portada, representación en un capitel del "caldero de Dagda", uno de los talismanes de la religión céltica-, han hecho pensar a muchos eruditos que en San Pantaleón se podría encontrar la pista de una de las leyendas más misteriosas del cristianismo: la del Santo Grial, cáliz en el que se recogió la sangre del costado de Cristo.

Hay que iniciar el descenso dirigiéndose hacia el poste del tendido eléctrico. Una vez sobrepasado éste, encontramos una vereda que desciende hasta la orilla del Jerea. Este río que nace en los cercanos montes de la Peña, configura la principal unidad estructural de la llamada depresión ortoclinal de Losa.

Se toma ahora la senda hacia la derecha y tras bordear el río llegamos a un pequeño puente de cemento. Desde aquí se debe tomar el camino que, paralelo otra vez el río, conduce hacia la izquierda. Como a unos doscientos metros, y con un poco de atención, es fácil localizar una senda que parte a mano derecha y que asciende lentamente hacia la cima del Muyentes.

Al principio la vegetación está formada por un bosque mixto de quejigo (Quercus faginea) mezclado con sabina negra, enebro y encina. Según se gana en altitud, comienza ?a aparecer el bosque de pino albar (Pinus svlvestris), que cubre prácticamente todas tas zonas montañosas de la comarca del valle de Losa.

Esto no ha sido siempre así; de vez en cuando en el camino se yerguen buenos ejemplares de haya, restos indudables del bosque primitivo. En esa época los pinares debían de estar confinados a puntos de suelo rocoso y gravas fluviales. A partir de esos breves núcleos, el pino fue colonizando los espacios aclarados por incendios, pastoreo y roturaciones. El caminante puede observar que el pino albar ocupa las zonas de los antiguos hayedos y las áreas bajas del quejigal, ayudado sin duda por los lugareños para quienes el pino asegura una rápida rentabilidad económica.

El estrato arbustivo de estos bosques está dominado por el brezo, el boj y el enebro común. También destaca la gayuba, el espliego y el espino blanco.

Seguirnos la ascensión hacia el Muyentes por una senda que en algunos puntos desaparece oculta por la broza. Tras atravesar una alambrada para el ganado. llegamos a una bifurcación en la que se debe tomar el camino de la izquierda. Como a un kilómetro encontramos una pista forestal que además sirve como cortafuegos. Seguimos la pista por la derecha hasta un nuevo cruce en el que hay que elegir otra vez el camino de la derecha. Este camino, tras cruzar una valía de maderos- que sirve para evitar que se escapen los numerosos ejemplares de caballo losino, que viven semisalvajes en estos montes- conduce hasta una curiosa construcción que se conoce con el nombre de lobera. Estas loberas, muy frecuentes en estos montes, eran un tipo de trampa fija para batir a los lobos (Canis lupus) abundantes en otra época por estos bosques. La estructura consistía en dos altas paredes convergentes, construidas con sillares y sillarejos de piedra, que acababan a modo de embudo en un profundo foso, en el que se capturaban estos temidos carnívoros.

El camino atraviesa una de las paredes de la lobera, que se debe seguir hacia la derecha para poder contemplar el foso. Volviendo sobre nuestros pasos, se retorna la pista principal por la que continuaremos el recorrido. Tras un suave descenso se alcanza el pueblo de Perex, en el que lo más interesante son unas tumbas altomedievales encontradas al pie de una abandonada ermita.

Salimos de esta pequeña localidad siguiendo durante unos pocos metros la pista asfaltada. Enseguida veremos a mano derecha un camino que se introduce por un estrecho vallejo por el que corre el arroyo de los Valles. Por esta senda y sin desviarnos nunca a la derecha, se llega a un camino bien marcado.

En este cruce hay que tomar el de la izquierda que nos va a conducir hasta la orilla del río Jerea. Con la ermita de San Pantaleón a la vista, sólo queda atravesar otra vez el puente sobre el río y llegar hasta el pueblo en el que iniciamos el paseo.