Autor Tema: Los Cuatro Ríos Pasiegos (Burgos)  (Leído 3261 veces)

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Desconectado Cachoperro

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Los Cuatro Ríos Pasiegos (Burgos)
« en: 30 de Septiembre de 2012, 18:25:48 pm »


Distancia: 14 Km
Tiempo: 5h
 

Si en alguna zona de la provincia de Burgos han perdurado unas formas de vida ancestrales, este lugar es sin duda Las Machorras o Los Cuatro Ríos Pasiegos, que de ambas formas lo conocen sus habitantes, los pasiegos. Estas gentes misteriosas -algunos los entroncan con los vaqueiros de alzada, los maragatos y los agotes-, conservan casi en el siglo XXI una estructura social y unas costumbres propias de la Edad Media. Su peculiar modo de vida ha sobrevivido gracias a su aislamiento geográfico. El recorrido de esta semana permite conocer cómo y dónde vive este pueblo.

Recorrido

El modo de vida pasiego se extiende además de por la zona burgalesa de Las Machorras, por algunas villas del sur de la provincia de Cantabria.

Aunque algunos autores han querido presentar a los pasiegos como un pueblo extraño, incluso perteneciente a una etnia diferente, lo cierto es que el pueblo pasiego desciende de las gentes que vivían en la zona de las Montañas de Burgos, y que entraron en una región de alta montaña en busca de tierras y pastos para sus ganados.

Sin duda este carácter de alta montaña y las grandes diferencias de altitud-se pasa en pocos kilómetros de los 300 metros de cota a los 1.700 metros mediante fuertes desniveles y profundos barrancos-, es lo que ha mareado el contraste con las gentes que los circundan.

Desde Las Machorras hay que retroceder por la carretera hasta el cruce con la pista asfaltada que sube al portillo de Lasía. Tras andar 300 metros por esta pista -al llegar a una antigua escuela en ruinas-, se toma el camino que parte a la derecha.

Es difícil en esta zona seguir un itinerario concreto, ya que la existencia de multitud de cabañas aisladas- con sus respectivos caminos y sendas de comunicación-, puede llegar a confundir y desorientar al caminante. La mejor manera de llevar a cabo este recorrido es marcarse unas cuantas referencias y consultar a los pasiegos que encontremos a nuestro paso.

El río Lasía que desciende de las montañas y sobre todo la pista embreada que lleva hasta el portillo de Lasía, pueden servirnos como ejes principales en esta ruta.

La comarca de Los Cuatro Ríos Pasiegos burgaleses -Rioseco, Lunada, Lasía y Trueba-, está enclavada en las estribaciones de la Cuenca Cantábrica. Su clima y vegetación pertenecen a la llamada provincia atlántica. Uno de sus principales rasgos climatológicos es su elevada precipitación anual que puede llegar a los 1.800 litros por metro cuadrado.

La mayor y casi única fuente de recursos de los pasiegos son sus vacas. En torno a ellas gira toda su actividad y su forma de vida, que está marcada por la trashumancia estacional. En verano, suben con sus ganados a las brañizas o prados altos. En estas

praderas naturales se encuentran sus típicas cabañas, que presentan una fuerte estructura con dos plantas construidas en piedra y un tejado cubierto con lastras. Sirven a la vez de establo y vivienda familiar. El establo ocupa la planta baja y en la de arriba viven las personas y se guarda el heno.

Cuando caen las primeras nieves descienden con sus vacas a las faldas de las montañas y a las riberas de los ríos donde tienen situadas las más confortables cabañas de invierno.

La marcha discurre por tranquilos caminos que sirven para comunicar entre si las distintas fincas y cabañas. Nos llamará la atención la abundancia de cantos y gravas a?1-gulosas que aparecen lejos de los ríos y que siembran todos los caminos y senderos. Son los restos coluviales de las morrenas de los glaciares, que durante el Pleistoceno modelaron el relieve de estas montañas. Hay que destacar que se trata del glaciarismo de más baja cola actual de los observados en la península Ibérica.

La actividad pasiega ha condicionado, asimismo, el paisaje vegetal de la zona. La necesidad de obtener pastos para su ganado les ha obligado durante siglos a talar los bosques. Salvo en lugares aislados, el bosque como tal ha desaparecido. Los árboles que aún perduran conforman los setos de separación entre los prados y festonean con su sombra todos los caminos.

A pesar de todo esto se puede considerar a Las Machorras como un auténtico jardín botánico. En pocos kilómetros es posible localizar los árboles más representativos de los bosques caducifolios atlánticos. El roble común (Quercus robur) aún depara ejemplares de gran porte; el abedul con su corteza lisa y blanquecina; el serbal de los cazadores, fácilmente reconocible por sus ramilletes de frutos rojos: el carpe de la familia de los avellanos, árbol de singular rareza en la península y el acebo con sus hojas rígidas y coriáceas. El haya es la especie clímax en la zona y crece en la cara norte y en las umbrías de las montañas, formando los únicos bosques que todavía se conservan en estas comarcas..

En las zonas más elevadas se desarrollan las praderas naturales de alta montaña, compuestas especialmente por gramíneas como el fleo, el ray-grass la poa y el dactilo. Estos pastizales son aprovechados por los pasiegos durante el verano.

Si somos capaces de ascender hasta la cima del portillo de Lasía contemplaremos unas magnificas vistas. Hacia el sur, Las Machorras; al norte, en Cantabria. el valle de Soba y la Vega del Pas. Si el día está claro incluso se llega a ver el mar Cantábrico.

Para descender, el mejor y más cómodo camino es utilizar la pista asfaltada. En nuestro recorrido hemos podido apreciar el duro y arcaico modo de vida de estas gentes. No es extraño, por lo tanto, que a pesar de estar muy enraizados en su tierra, cuando tienen una oportunidad emigren a otros lares. Hace unos años, los pasiegos que salían de sus casas adquirían una gran fama con sus oficios. Muchas mujeres fueron "amas de leche" y nodrizas de reyes y nobles en la corte de Madrid. También eran famosos en muchas ciudades españolas como agualojeros y barquilleros. Algunos llegaron al norte de Francia para vender sus helados.

El recorrido finaliza en el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, donde aún en el día de su festividad aparece el "bobo de las nieves" y todavía los viejos pasiegos utilizan su arcaico dialecto -parecido al leonés-, para contarse ancestrales historias de lobos.