
La ruta parte del Alto del caracol, a donde llegamos desde Selaya por la carretera comarcal que se dirige a San Roque de Riomiera o al Puerto de Lunada. Conviene prevenir que la ruta finaliza en un punto muy alejado para regresar a pie.
Este paso se conoce también como "El Monjón", que no es sino una derivación del término "mojón", referencia utilizada antaño como límite entre distintos términos.
Ascendemos hacia el sur por una pista que nos lleva hasta el Alto del Coterotejo (1.051 metros). caminamos durante media hora, siempre en ascenso, entre brañas o pastos de altura y nos encontraremos con algunas cabañas en buen estado que atestiguan su uso estacional. El Alto de Coterotejo, que alberga un repetidor de comunicaciones, constituye un excelente mirador, desde el cual se goza de una expléndida vista panorámica de todo el valle.
A partir de aquí viene un breve descenso, para volver a ascender por una canal de herbosa de acusada pendiente. Caminamos ya por el valle del Miera, sobre el sustrato calcáreo que forma la culminación de estos relieves. Se trata de un amplio lapiaz en el que alternan formas irregulares de origen karstico.
Después atravesamos una sucesión de pequeñas cumbres y collados (siempre entre los 1.000 y los 1.200 metros). Se trata de el Cerro de Crespo, el Picón de la Bayorga Honda y el Pico del haya, más conocidos como Picones de Sopeña.
El recorrido por los picones ofrece la posibilidad de comparar dos ámbitos o paisajes con características morfológicas diferentes.
Hacia el Este se ve la cabecera del río Miera, que tiene origen glaciar. Adquirió sus caracteres actuales en una de las pulsaciones frías más recientes, hace 18.000 años, cuando el aparato glaciar alcanzó las cotas más bajas de todo el contexto cantábrico, ya que la morrena frontal se situó tan solo a 600 metros de altitud. Debido a su origen, el valle tiene un carácter comparativamente más estrecho y un perfil transversal con fondo plano. Las laderas son muy acusadas y el nivel de pratificación muy escaso por las dificultades que impone la complicada orografía. El sustrato calcáreo conforma además un conjunto de formas vigorosas e irregulares que contrastan con lo que se observa hacia poniente. Si dirigimos nuestra atención hacia el oeste, el valle del Pisueña, dado su origen fluvial, y la dominancia de materiales blandos arcillosos, se caracteriza por formas alomadas y romas, y un valle abierto con formas aplanadas, donde ya no destaca la roca viva, sino los tonos verdes de las praderías y los bosques de frondosas.
En cualquier momento podemos penetrar en el hayedo de Zamina, que ocupa toda la ladera oriental de los Picones de Sopeña. Es un bosque poco denso, como corresponde a la especie, se sitúa entre los 600 y los 1.100 metros de altitud en la ladera más umbría del valle, y constituye uno de los pocos espacios forestados que sobrevivió a la frenética actividad de tala iniciada en todo el centro-oriente de la región, con la instalación de la fábrica de cañones de La Cavada, en el siglo XVII, y el posterior auge de los astilleros de Guarnizo.
La única dificultad del recorrido surge en el momento de cambiar el rumbo hacia el Oeste. Se trata de descender desde el cordal entre el Picón de la Bayorga Honda y el Picón del Haya hasta la LLana de Perocampillo. Es fácil intuir el camino, pues no hay otra posibilidad. Se salva un desnivel importante en pocos metros, atravesando una ladera con vegetación rala e irregular hasta llegar a La Lama donde se enlaza con el recorrido del PR-S67 para descender hacia pisueña entre los cabañales de esta margen izquierda del río.