Este relato podría empezar así: Van un andaluz, un asturiano, una castellana, un madrileño y una cántabra medio riojana por el monte... vaya, olvidé el resto del chiste

.
Empezamos la ruta con un tiempo poco halagüeño, nubes bajas a la altura de los picos que íbamos a subir. La niebla no nos abandonó en todo el día, bueno, en realidad sí, cuando llegamos a Potes ahí estaba la Viorna, toda despejada

). Eso sí, a cambio de perdernos las espléndidas vistas del oriental desde el pico Jano disfrutamos de uno de esos días fantasmagóricos en los que el bosque te envuelve y el tiempo parece detenerse.
Empezamos a subir por la pista de Dobarganes, pronto nos adentramos en la nube, y el brezal nos recibe engalanado con collares de perlas.


Un cartel nos indica el dolmen de Tejera, aunque no todos se lo crean.

Salimos de la pista y seguimos un sendero que se adentra en un bosque habitado por los espíritus de los antiguos pobladores.


¿Carbonera?





Una ventana de claridad
Llegamos al pico Jano, lo sabemos por el mojón que hay en la cima. Las vistas eran deslumbrantes miráramos a donde miráramos.

Pico Jano
Bajamos por el cordal,mientras las nubes se complacen en jugar con nosotros.



El montañero en su soledad

Pared rezumante


María José haciendo amigas
Llegando a Maredes decidimos abortar el ascenso a La Viorna "si hay que ir se va, pero ir pa ná es tontería"

Maredes

Bajamos por un senderuco acondicionado en su justa medida, que acompaña a la riega de Maredes mientras se despeña entre rápidos, saltos y cascadas. Creo que las imágenes hablan por sí solas.



Cascada de Maredes




Cascada de Retumbia, con anjana y todo

Cascada de Retumbia

Escalando al cielo






Llegamos a Valmeo y seguimos el camino que va por la orilla del Quiviesa.

Finalizamos la ruta en Potes, donde vemos cómo poco a poco la niebla se va abriendo. Unas cervecitas y para casa.
